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Pilares básicos

Para abordar asuntos de coeducación, y en especial en el caso de las asesorías, centradas en abordar conceptos y temas claves de género en el PESCC. Es importante tener en cuenta los pilares básicos del enfoque de género, entre los cuales están la detección del sexismo, usos de los lenguajes para la igualdad y consecución de espacios tanto reales como simbólicos.  Los y las estudiantes llegan ya a la escuela con unos roles y estereotipos marcados por las familias, medios de comunicación y la sociedad en general, y que, desde su nacimiento, según seas niña o niño, las expectativas familiares son distintas, pero ello no exime a la escuela de reconocer que existen diferentes formas de discriminación sexista y que es pieza fundamental para corregir esta situación.

A continuación, se describen dichos pilares básicos:

Sexismo

Es una forma de discriminación negativa, excluyente e inferiorizante del sistema social patriarcado, hacia las personas por su sexo, el cual invisibiliza y discrimina a las mujeres por su condición de pertenecer al sexo femenino o de los homosexuales por su orientación sexual.  Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el siguiente texto:

“Sexismo solapado y oculto difícil de reconocer. La invisibilidad de las mujeres y el poco reconocimiento de su labor en el ámbito de la cultura social y política, hace que las chicas no tengan referencias femeninas. De esta forma, los chicos no se pueden dejar de ver como los protagonistas en todos los ámbitos, aunque es precisamente en la escuela donde el tanto por ciento de mujeres que ocupan puestos de trabajo es mayor: profesoras, administrativas, etc.”

… Es un elemento estructurador de las relaciones sociales entre hombres y mujeres, es decir, produce, reproduce y mantiene las desigualdades, en cuanto que salvaguarda ciertos privilegios en los hombres por el hecho de ser hombres (su trabajo está mejor retribuido y más reconocido que el de las mujeres, siguen ocupando el poder en las altas esferas financieras, en la Iglesia, en la Política, en las Universidades, siguen creyéndose “los amos del universo y de las mujeres” y contribuyen con parte de su salario en el mantenimiento de sus familias); mientras que por el contrario las mujeres siguen siendo menospreciadas, agredidas, sus actividades carecen de valor, se siguen ocultando sus logros, no se valora su trabajo doméstico, sus deseos siguen siendo infantiles, sus expectativas siguen estando en segundo lugar y las contribuciones de las mujeres a la historia de la humanidad siguen sin ser reconocidas en los manuales de historia, de literatura, de ciencias o de filosofía".

Uso equitativo del lenguaje 

Somos lo que decimos y hacemos al decir. Y somos lo que nos dicen y nos hacen al decirnos cosas. Por ello, como señala Deborah Tanen, “las palabras importan. Aunque creamos que estamos utilizando el lenguaje, es el lenguaje quien nos utiliza. De forma invisible moldea nuestra forma de pensar sobre las demás personas, sus acciones y el mundo en general”. Por ello, el uso del lenguaje -lo que se dice y se hace al decir y a nombrar el mundo con palabras- es un acto nada inocente, ya que el modo en que utilizamos el lenguaje no sólo afecta al intercambio comunicativo entre las personas, sino también al modo en que designamos la realidad y en consecuencia, a la manera en que accedemos al conocimiento del mundo en que vivimos.

El lenguaje no sexista es un aporte a la transformación como lo plantea María del Rosario Romero en su texto Guía de coeducación, en ruta hacia la equidad de género “las palabras y la manera como se usan corroboran el tratamiento distinto y en muchos casos desigual que se hace de las personas por el hecho de pertenecer a uno u otro sexo  (esto es el sexismo). 

La gramática refleja esta situación. Se puede observar, por ejemplo en los textos escolares, como se hace uso del lenguaje dando un protagonismo a lo masculino: así,  no se habla de la historia de la humanidad, del desarrollo de las personas, del cuerpo, del ser humano, de las inteligencias de las personas, sino que se habla  de la historia del hombre, del cuerpo del hombre, de la inteligencia del hombre, etc.  Este sin duda alguna es un uso abusivo del genérico masculino.

Algo similar pasa  al asignarse el género a algunas profesiones u oficios, por ejemplo: no se habla de la conductora, la jardinera, la mecánica, el enfermero, el secretario, el mecanógrafo o el cajero, sino, del conductor, el juez, el jardinero, el mecánico, la enfermera, la secretaria, la mecanógrafa y la cajera.  Este tratamiento da la idea de que existen profesiones femeninas y masculinas que se asignan unas y otras según los estereotipos tradicionales”

Lenguaje oral y escrito

Se evitan el androcentrismo en el lenguaje y por el contrario se incluye el femenino y masculino;  el uso de lenguaje estereotipado o peyorativo en torno a alguno de los sexos, las comunicaciones como carteleras, murales, boletines se dirigen a hombres y mujeres, se hace uso de lenguaje no sexista.

Otro concepto importante a tener en cuenta en este proceso de trabajar la coeducación es lo que se nombra como invisibilización de las mujeres. Es la desvalorización que hace la sociedad de las actividades realizadas por las mujeres, considerándolas como actividades naturales o propias de ellas. “Un ejemplo es el concepto generalizado que tiene la sociedad sobre los oficios domésticos y el cuidado de niños, adultos mayores o de animales, que son percibidos como parte de los roles de la mujer.”

El principio de género en los programas de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía

Es abordado por el Ministerio de Educación, a partir de la categoría analítica de género, “la cual permite entender que los patrones de organización basadas en las diferencias sexuales (biológicas) son construcciones socio culturales, establecidas sobre estas diferencias, que han llevado a valoraciones desiguales de mujeres y hombres, generando discriminación para ellas. El programa ofrece herramientas de identidad, autonomía y participación. A su vez, pretende desarrollar competencias en los hombres y en las mujeres para que no repitan los cánones tradicionales y construyan nuevas condiciones que propendan a la igualdad y la equidad entre las personas”.

“Esta concepción propende a la equidad entre unos y otras, seres libres e iguales en dignidad y sujetos activos sociales de derechos, mediante el desarrollo de competencias ciudadanas. A ambos se les reconoce las circunstancias y el potencial para alcanzar una convivencia pacífica, la integración en la diferencia, la participación en la sociedad y la proporción de comportamientos culturales de género nuevos y diferentes, equitativos para hombre y mujeres. Con la participación constructiva se pretende incluir también a las mujeres, las jóvenes y las niñas, según su proporción en la comunidad, en la toma de decisiones que las afectan. Se trata de potenciar la participación de actores y actrices en su calidad de ciudadanos y ciudadanas con derechos civiles, políticos, económicos, ambientales, sexuales y reproductivos y no como meros beneficiarios pasivos de las políticas de asistencia.”

El Ministerio de Educación Nacional es claro en su propósito con el programa de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía, teniendo en cuenta la perspectiva de género y la promoción de los derechos humanos de las mujeres, propende porque tengan autonomía, puedan tomar decisiones y se tenga en cuenta sus necesidades e intereses como sujetas activas sociales, busca que se trabaje las masculinidades no hegemónicas, para crear relaciones igualitarias en derechos y equitativas: 

“Desde esta perspectiva de género, el desarrollo de competencias ciudadanas en el plano de la educación para la sexualidad asume a las mujeres, las niñas y las jóvenes en su calidad de ciudadanas plenas: las reconoce como actoras válidas para identificar sus necesidades e intereses y busca crear canales de comunicación auténticos con ellas y promover condiciones que les posibilite el ejercicio de sus derechos, principalmente los sexuales y reproductivos.

De la misma manera, reconoce la capacidad de los hombres para reflexionar críticamente sobre comportamientos culturales heredados y plantear relaciones alternativas y actitudes incluyentes y respetuosas de la diferencia. Promueve así la posibilidad de desarrollar la masculinidad desde valores y principios democráticos. En consecuencia, los proyectos pedagógicos en educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía deben reflejar lo anterior, es decir, centrar cada vez más los procesos en la toma de decisiones por parte de las mujeres involucradas que incluyan perspectivas masculinas diversas de manera que establezcan relaciones igualitarias en derechos y equitativas para todos.”

Este enfoque del Ministerio de Educación Nacional es la brújula para asesorar a las Instituciones Educativas en la incorporación o fortalecimiento de conceptos y temas claves de género en los Proyectos Educativos para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía (PESCC).  Donde se busca aportar a la educación no sexista, el reconocimiento de los Derechos Humanos para las mujeres, que se consideren sujetos políticos, tengan acceso a las mismas oportunidades que los hombres, y generar espacios educativos que trabajen por la igualdad. 

Enfoque de género en la educación

Nos ayuda a identificar la desigualdad entre hombres y mujeres para evitar la discriminación en una organización social como la escuela.  Nos permite visualizar y reconocer la existencia de relaciones jerarquías y desiguales entre hombres y mujeres.

La igualdad de género se entiende como una relación de equivalencia en el sentido de que las personas tienen el mismo valor independientemente de su sexo y por ello son iguales.  En la igualdad tenemos: la igualdad de oportunidades e igualdad de trato, estas se relacionan entre ambas y con ello se persigue que los derechos humanos no sean vulnerados, especialmente los de las mujeres. 

La educación es un medio muy importante para luchar contra la violencia, especialmente la violencia de género que tiene sus bases en creencias y estereotipos aprendidos. Son varios los espacios donde socializamos y nos formamos como personas, uno de los principales es la Escuela en sus diferentes niveles. Una educación con enfoque de igualdad de género es indispensable para combatir estereotipos como el machismo y para erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar.

Aplicar el enfoque de género favorece a la interiorización de los preceptos de respeto y empatía en niñas y niños, contribuye también a formar seres humanos respetuosos de las diferencias, de las minorías y de las poblaciones más vulnerables. En ese entender, la escuela, mediante su rol socializador y formador, ayuda a erradicar las prácticas sexistas y discriminadoras que ubican a las mujeres en una posición de desventaja frente a los hombres.

El enfoque de género en la educación, contribuye a trabajar de manera transversal otros enfoques, entre ellos el enfoque inclusivo, que promueve el respeto a las “diferencias culturales, sociales, étnicas, religiosas, de discapacidad o de estilos de aprendizaje”. Está articulado también al enfoque intercultural, orientado a la convivencia basada en el reconocimiento de la diversidad cultural y lingüística, eliminando todas las formas y manifestaciones racistas, las cuales se presentan frecuentemente de manera conectada con la discriminación por razones de género.

Sistema de género

“Se entiende como el conjunto de estructuras socioeconómicas y políticas que mantiene y perpetúa los roles tradicionales de lo masculino y femenino, así como lo clásicamente atribuido a hombres y a mujeres. Este término también se puede homologar con el de contrato social de género, el cual alude a un conjunto de pautas implícitas y explícitas que rigen las relaciones entre hombres y mujeres, y se les atribuyen a unas y otras distintos trabajos y distinto valor, responsabilidades y obligaciones. Lo anterior se sustenta en tres niveles: a) la superestructura cultural (normas y valores de la sociedad), b) las instituciones (sistemas de protección de la familia, la educación y el empleo, etc.), y c) los procesos de socialización (aquí destaca la familia).   

Conceptos claves para entender el sistema sexo - género: 

Patriarcado

Literalmente significa "gobierno de los padres" pero las interpretaciones críticas desde el feminismo se refieren a él como un sistema u organización social de dominación masculina sobre las mujeres, que ha ido adoptando distintas formas a lo largo de la historia. Alicia Puleo distingue entre patriarcados de coerción ‘los que estipulan por medio de leyes o normas consuetudinarias sancionadoras con la violencia aquello que está permitido y prohibido a las mujeres’ y los patriarcados de consentimiento, donde se da la igualdad formal ante la ley y que define como ‘los occidentales contemporáneos que incitan a los roles sexuales, a través de imágenes atractivas y poderosos mitos vehiculados en gran parte por los medios de comunicación.

Sexo

Características biológicas, anatómicas y físicas que clasifican a las personas en: mujeres, hombres e intersexual y no determina necesariamente los comportamientos. Es natural, no se elige. Se nace con estas características y el cambio anatómico del sexo no se da de manera natural.  Hace referencia a las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer (que normalmente no podemos cambiar). Los seres humanos nacen sexuados. El sexo determina las características físicas, mientras que la socialización condiciona los comportamientos, los valores, las diferentes expectativas según seamos mujeres u hombres.

- El género hace referencia a las diferencias sociales entre hombres y mujeres y se traduce en distintas formas de socialización para ellos y para ellas. Es el conjunto de normas, valores y tradiciones construidos cultural y socialmente que asignan las características, habilidades y valoraciones de lo femenino y de lo masculino, regulando así, el comportamiento de las mujeres y los hombres.

 

Género

La definición de género cambió completamente el paradigma. Tal y como afirma Victoria Sau: “si somos seres culturales, la biología ya no determina nuestro comportamiento”. Las expectativas de lo femenino y lo masculino, varían dependiendo de cada cultura.

El género determina nuestra identidad y con ella los papeles que debemos cumplir en función del sexo al que pertenecemos (roles de género) además, modela nuestros sentimientos, las expectativas vitales, la forma en que expresamos los sentimientos, la organización de nuestra vida privada y laboral o cómo debemos actuar en el mundo de los afectos y el cuidado, hasta tal punto, que posiblemente de haber nacido con el cuerpo del otro sexo, tal vez, nuestras vidas hubieran sido muy diferentes.

Esta es la razón por la que la definición de género es tan importante y que ha supuesto toda una revolución política que ha trasladado el problema de la dominación de las mujeres al territorio de la voluntad y la responsabilidad humana. Es decir, que si los salarios son distintos para los hombres que para las mujeres, es un problema político y social, no natural o biológico y dependerá de la voluntad del conjunto de la sociedad cambiarlo. Como político y social es el problema de la violencia contra las mujeres, la no presencia de las mujeres en los puestos de responsabilidad en todos los ámbitos públicos, el no reparto de las tareas domésticas y todas las discriminaciones que tradicionalmente se aceptaron como naturales.

Identidad Sexual

Es un juicio basado en la percepción de la propia figura corporal. Está basada en las diferencias sexuales más visibles y se forma a lo largo de los tres primeros años de vida. A partir de esta primera clasificación, se construye la identidad de género que es un juicio de auto clasificación basado en la construcción psicológica, social y cultural de las características masculinas o femeninas habitualmente atribuidas a hombres y mujeres.

La construcción de la identidad personal se forma a través de lo que cada cual sabe de sí mismo/a: aquello que es y que no es, lo que quiere ser y lo que no quiere ser. A través de la psicología diferencial sabemos que:

  •  A partir de los tres años los niños y niñas ya distinguen lo que es propio de ellos y de ellas, a través de los juguetes, vestidos, colores y espacios. Del mismo modo, conocen y verbalizan las actividades y profesiones que son consideradas masculinas o femeninas. Desde estas edades se inicia un sentimiento de pertenencia a uno de los sexos, y a través del proceso de socialización diferenciada, se van a ir incorporando artificial y progresivamente nuevos significados a la identidad de género.
  • Hasta los 6 años las niñas y los niños no distinguen entre las diferencias biológicas y las asignaciones culturales de la identidad de género.
  • A partir de los 6 años se empieza a establecer la diferencia entre la identidad sexual y la de género.

Socialización de género 

A lo largo del desarrollo de las sociedades, las mujeres y los hombres aprenden, a través del proceso de socialización, el comportamiento que cada uno debe asumir de acuerdo a su sexo. Esta diferenciación, que abarca normas de comportamiento, actitudes, valores, tareas, espacios de circulación y formas de pensar, entre otras, donde lo femenino queda supeditado a lo masculino, trasciende a todas las esferas de la vida y provoca relaciones de poder y desigualdad devaluando el papel que cumple tradicionalmente la mujer en la sociedad. Esta diferenciación no afecta sólo a la mujer sino también al hombre, quien es al mismo tiempo víctima de las expectativas sociales que se tienen sobre su comportamiento y desempeño (Colectivo Interdisciplinario de Estudios de Género, s/f).

En gran medida, la cultura en la que crecen niños y niñas prescribe tanto los métodos como los contenidos de la socialización; la forma como se les entrenará, así como las características de personalidad, los motivos, las actitudes y los valores que adquieran (Musen et al, 1990). Durante los primeros años de vida, uno de los agentes socializadores más importantes lo constituye la familia (Musen et al. op. cit.) señala que, por ejemplo, los padres desempeñan un papel decisivo en el entrenamiento de niños y niñas para que adopten la conducta adecuada a su sexo. El término ‘adecuada’ supone una opción determinada culturalmente y la necesidad de ‘entrenamiento’ refleja la no naturalidad de las conductas genéricas (femenina o masculina).

De acuerdo a este autor, tres son los procesos fundamentales que contribuyen a la socialización:

- Entrenamiento mediante recompensa y castigo, lo cual provoca que las respuestas recompensadas se hagan más fuertes, se manifiesten más frecuentemente y suelan ser generalizadas a muchas situaciones. En cambio, las respuestas castigadas se extinguirán o se tornarán más débiles, y se exhibirán con menos frecuencia.

- Observación de los demás, lo cual provoca la imitación por parte del (la) niño(a) de la respuesta de un modelo.

- Identificación, proceso por el cual el niño o la niña creen que es semejante a otra persona (que comparte alguno de sus atributos) y se ve llevado(a) a actuar como si fuese el modelo. La identificación -a diferencia de aprendizaje por observación- requiere el establecimiento de vínculos afectivos con un modelo y tiene como resultado la adopción de un patrón total de atributos, motivos, actitudes y valores personales. La imitación suele encerrar un percatarse consiente, pero las respuestas adquiridas por identificación, por lo general, no se inician conscientemente. Esto último las hace más espontáneas y relativamente más duraderas.

Estos tres procesos interactúan modelando la conducta y los valores de los niños y las niñas.

Son cada vez más agentes los que ejercen funciones socializadoras. El más estudiado ha sido la familia, pero hoy en día difícilmente la familia puede provocar la modelación deseada, ya que los niños y las niñas ingresan más tempranamente al sistema educativo, la televisión es un elemento de modelación de muy fácil acceso, los grupos de pares ejercen una gran influencia, etc. No obstante, a pesar de ser cada vez más los canales a través de los cuales los niños y las niñas van aprehendiendo las formas de actuar deseadas socialmente, esto no cambia sustancialmente los resultados, ya que todos los canales mantienen una cierta coherencia en lo que a identidad de género se refiere.

Roles de género 

Rol, o papel social, es el conjunto de tareas y funciones derivadas de una situación o status de una persona en un grupo social. Los roles tradicionalmente femeninos se han derivado de las funciones relativas a la maternidad: cuidado y protección de los hijos/as, y mantenimiento del mundo doméstico; atender el aspecto afectivo familiar y ser el complemento del hombre (el segundo sexo o el «ser para»). Los roles tradicionales masculinos se han derivado del mantenimiento o sostén económico familiar, así como de las relaciones con el trabajo, profesión, o actividades extra familiares; es decir, de lo que se llama el mundo público.

Los roles de género tienen que ver con el establecimiento sociocultural de un conjunto de asignaciones sobre la forma de ser, de sentir y de actuar de las mujeres y los hombres. Cada sociedad atribuye los roles de género a hombres y a mujeres a través (p. ej.) de actividades o capacidades específicas a cada quien; por ejemplo: de los hombres se dice que son fuertes, hábiles para la mecánica, deportistas innatos, etc., y de las mujeres se dice que son delicadas, sensibles, encargadas de cocinar, etc.

 

Estereotipos de Género

“Son entendidos como aquellas preconcepciones traducidas en comportamientos, actitudes, pensamientos y convicciones que reflejan la distribución de roles de acuerdo al sexo y que han sido creados culturalmente  (Castañeda  y  Henao,  1999), en este orden de ideas los  estereotipos  de  género  hacen  referencia a  las  convicciones  acerca  de  las características y las conductas de hombres y mujeres, que por las razones anteriormente expuestas, se encuentran enmarcadas dentro de una construcción cultural y que operan como modelos rígidos y naturalizados, en el sentido de que al sexo de los sujetos se le incorporan los modelos culturales de ser hombre y de ser mujer. 

Dentro de este contexto se puede decir que el sexo alude a una condición natural de los seres humanos, mientras que el género hace referencia a las construcciones y aprendizajes respecto a las formas de ser hombre y ser mujer en una sociedad determinada y en la cual interactúan entre otros, factores temporales, culturales y socioeconómicos.

Conviene entonces, orientar procesos educativos que aporten a la construcción de nuevas formas de ser hombres y de ser mujeres que propendan por un equilibrio en donde tengan igualdad de oportunidades, acceso y derecho a los bienes materiales y simbólicos de la sociedad. De esta forma se contribuye a la desestructuración de aquellos estereotipos de género que conducen a prácticas discriminatorias”.

Los estereotipos niegan la diversidad de la realidad y tratan de generalizarla, imponiendo determinadas formas de ser y restringiendo otras. Hay que resaltar que los estereotipos conllevan a la producción de prejuicios, que son opiniones anticipadas y arbitrarias que nacen de repetir lo que otros también han oído y terminan aceptándose como verdaderas. Los estereotipos están presentes en todas las instituciones de la sociedad: la familia, la escuela, el barrio, etc.; allí se reproducen prejuicios, pero también se cuestionan.

Rasgos que definen estereotipos masculinos y femeninos:

 

Hombres Mujeres

Fuerte

Decidido

Autoridad

Desordenado

Infiel

Violento

Audaz

Proveedor

Callejero

Débil

Indecisa

Sumisa

Ordenada

Fiel

Tierna

Tímida

Mantenida

Hogareña

 

Status de género: Implica una valoración social según el sexo.  Es una especie de clasificación o división de las personas según su sexo, manteniendo jerarquías y rangos.  El Status determina la distribución del poder y la posición sexo-social de hombres y mujeres:

-  Privilegios / Exclusiones

-  Autorización / Desautorización

-  Ventajas / Desventajas

-  Autonomía / Subordinación

-  Superioridad / Inferioridad

 

Finalmente, se aborda dentro de los conceptos y temas claves a trabajar, los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, los cuales son fundamentales en el marco del Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía, en el cual el reto es la promoción de conocimientos, habilidades, actitudes, valores y comportamientos que favorezcan la dignidad humana y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos y el logro de la salud sexual y reproductiva.  

Algunos de los abordajes del enfoque de derechos hacen referencia a su aplicación en el campo de la salud sexual y la salud reproductiva. Es así como en los derechos sexuales y en los derechos reproductivos, se plasman todos los derechos humanos interpretados desde la sexualidad y desde la reproducción y se desarrollan en el derecho a la libertad sexual, a la intimidad, a la libertad de pensamiento, a la vida e integridad personal, a la información, a la autonomía reproductiva y a la salud, entre otros.

La dignidad como derecho básico y principio de derechos se fortalece en el reconocimiento de su aporte a los procesos de desarrollo humano. El respeto a la dignidad de las personas, su protección, promoción y garantía en la interrelación con todos los derechos humanos es requisito para el mejoramiento de la vida, el bienestar, el desarrollo, la paz y condición para el derecho a la vida humana, que para que sea humana ha de ser digna. Su finalidad es que todas las personas puedan vivir libres, sin discriminación, riesgos, amenazas, coerción o violencia en la toma de decisiones y que disfruten de su sexualidad o de su reproducción, ocurra esta por vía natural o por procedimientos asistidos científicamente.

Los derechos reproductivos, incluyen las decisiones en este aspecto sin sufrir discriminación, coacciones o violencia, según lo establecido en los documentos de derechos humanos. En ejercicio de este derecho, hombres y mujeres deben considerar las necesidades y derechos de sus hijos e hijas nacidas y futuros/as y sus obligaciones con la comunidad, por ello, su promoción debe ser la base de las políticas en la esfera de la salud reproductiva.

También se requiere la promoción de relaciones de respeto mutuo e igualdad entre hombres y mujeres y de todas las personas en todas las edades y atender particularmente las necesidades educativas y de servicios de niños, niñas los y las adolescentes, con el objeto que puedan asumir su sexualidad de modo positivo y responsable. Las mujeres y los hombres de mayor edad tienen problemas especiales en salud reproductiva y salud sexual, que no suelen encararse de manera adecuada según lo contempla el Programa de Acción de El Cairo.

Los derechos humanos en el ámbito de la sexualidad son interdependientes de los derechos a la dignidad, la libertad y la igualdad, esto implica que las personas, hombres y mujeres, deben ser autónomos sobre las cuestiones relativas a su sexualidad, tales como la actividad sexual, la orientación sexual o la identidad de género y su relación con la salud sexual y la salud reproductiva. Los derechos sexuales como derechos humanos, determinan la capacidad de decidir libremente en los aspectos de la sexualidad sin coerción, discriminación o violencia. Incluyen las relaciones igualitarias entre personas, hombres y mujeres, cuando se trate de relaciones sexuales y la reproducción, incluido el pleno respeto a las personas, y a su integridad, lo cual exige consentimientos recíprocos y la voluntad de asumir conjuntamente la responsabilidad de las consecuencias derivadas del comportamiento sexual, tal como se desprende de la interpretación de la Plataforma de Acción de Beijín.

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